A todos nos gusta motivarnos con historias de éxito, pero también otras que tristemente no terminan con un final feliz, nos motivan a prevenir amargas experiencias y tomar las previsiones necesarias para que nuestro esfuerzo en el negocio inmobiliario, genere los resultados esperados; y mucho de este éxito es aliarnos con los profesionales adecuados y hacer fuerza en la búsqueda de una propiedad para un determinado cliente y concluir operaciones inmobiliarias plenas.
Esta historia es una anécdota de la vida real, la cual fue modificada para proteger la identidad de sus actores…
Hace más de cuatro años empezó el boom de la construcción de inmuebles destinados al uso comercial y de oficinas en nuestra ciudad; maravillados observamos como nuevas torres de cristal y concreto se erguían en nuestras zonas inmobiliarias más apetecibles, una buena señal para las empresas y corredores inmobiliarios, pues la construcción sostenida, es nuestra base del material inmobiliario de primer mercado y una exacta referencia de los valores para el segundo mercado.
Así lo entendió la Inmobiliaria que de ahora en adelante identificaremos como “INMOBILIARIA A” quien se dispuso a contactar a clientes de su cartera, en el intento de prospectar a promotores y desarrolladores que desearan confiar en ella la comercialización de sus proyectos primarios.
Es una constante que, en la prospección de propiedades para la venta o alquiler, casi siempre aparece también un mandato de búsqueda y la “INMOBILIARIA A” no escapó a esto. Es el caso que uno de las empresas más importantes del país le solicito un terreno en las zonas triple A, para la construcción de su nueva sede, que de ahora en adelante identificaremos como “EMPRESA CLIENTE”. La “INMOBILIARIA A” feliz, se arremangó la camisa y comenzó su trabajo para la búsqueda del inmueble, no sin antes firmar un convenio de mandato de búsqueda y un acuerdo de confidencialidad con la empresa en cuestión.
Entre las estrategias de búsqueda, se había aprobado publicar en los medios que fuera necesario para conseguir el mejor espacio posible para la “EMPRESA CLIENTE”, y en esta actividad apareció otra empresa inmobiliaria que en lo sucesivo identificaremos como la “INMOBILIARIA B”, quien tenía en su cartera un inmueble que llenaba todos los requerimientos solicitados por el cliente. Tal cual como reza la norma, la “INMOBILIARIA B” solicitó a la “INMOBILIARIA A” todos los datos de la “EMPRESA CLIENTE” para generar la ficha técnica de la propiedad y coordinar a posterior la cita.
¡Oh sorpresa! La “INMOBILIARIA B” tenía un conocido con cargo directivo dentro de la “EMPRESA CLIENTE” y lo contactó directamente para ofrecer el inmueble en búsqueda, pasando por encima de la “INMOBILIARIA A”. Inmediatamente la “EMPRESA CLIENTE” aun entendiendo que las empresas inmobiliarias tienen sus normas y procedimientos, desestimó el hecho que la “INMOBILIARIA B” los contactará directamente a través de uno de sus directivos, porque esta inversión era de conocimiento cerrado entre los dueños de la “EMPRESA CLIENTE”, violando así el acuerdo de confidencialidad y con un desenlace muy triste para ambas empresas inmobiliarias…
El inmueble representado también era una venta secreta y al exponerla en evidencia ante la “EMPRESA CLIENTE” y esta finiquitar por incumplimiento a la discreción del Convenio de Búsqueda con la “INMOBILIAIA A”, la “EMPRESA CLIENTE “contactó directamente y se puso de acuerdo con los propietarios del local sobre la parcela construido, que ya era de su interés y hoy en día, se yergue una de las torres más hermosas de la zona, como la sede principal de la “EMPRESA CLIENTE”.
Las conclusiones pueden ser muchas y nos encantaría que nos dejaras tu opinión. Nosotros vamos a cerrar esta historia con nuestro slogan, MANAGER INMOBILIARIO, la web en donde todos se conocen y hacen fuerza para atender los requerimientos de nuestros clientes…
¡Hasta nuestro próximo artículo inmobiliario dominical!
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